El césped durante el invierno al igual que en las demás estaciones necesita unos cuidados mínimos para llegar en perfecto estado para la llegada de la primavera
Durante el invierno pensamos que el césped no tiene ningún mantenimiento ni cuidado, y por el contrario al ser una planta viva necesita de unas atenciones mínimos que le protejan de las frías temperaturas, para mantener su verdor y su esplendor con la llegada de la primavera.
En la estación otoñal debemos abonar el césped con abono de liberación lenta, para que la llegada del frío invierno no le perjudiquen en su crecimiento.
Si existen hojas secas cubriendo el jardín, lo primero es con un rastrillo retirar las hojas tanto secas como húmedas, antes de que comience su descomposición. Estas hojas pueden llegar a dañar el césped, con el frío y las heladas el agua que se acumula puede llegar a pudrir el césped, con el consiguiente riesgo de aparición de hongos.
Habremos observado que el crecimiento del césped en los meses de invierno se ralentiza, ello no significa que no haya que cortarlo, sí, pero distanciando esas siegas y siempre con el césped seco. Hay que dejar el césped con un corte más bien alto, para proteger las raíces del frío y de las heladas, y que las malas hierbas y el musgo que puedan aparecer les cueste más trabajo. Las malas hierbas que aparezcan debemos seguir eliminándolas.
El riego al igual que el corte hay que disminuir su frecuencia. El rocío, propio de las heladas, otorgan al césped humedad suficiente para su crecimiento. En caso de que fuese un invierno más seco de lo habitual o con pocas heladas, se regará una vez a la semana, pero siempre en las horas centrales del día y sin excedernos.
Con el frío el césped es más sensible al contacto, por eso evitar en la medida de lo posible pisar para evitar su rotura.
Con estos simples consejos conseguiremos un césped perfecto para disfrutar en primavera.
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